lunes, marzo 06, 2006

MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

"Cuando el diablo no tiene que hacer con el rabo mata moscas". Este refrancillo popular español sería casi aplicable a Su Solemnidad, el Presidente Rodríguez Zapatero, si no quedara tanto por hacer. La pena es que su partido desde que llegó al Gobierno no sólo se han olvidado de querer saber sobre el 11M, sino también de su lema electoral “Merecemos una España mejor”. No debía de andar muy mal España cuando en poco menos de dos años, el Gobierno, en lugar de trabajar para mejorarla, se dedica única y exclusivamente a la propaganda.

“Propagandea” con los logros alcanzados y los pasea en procesión como huesos de santo, ensalzan los mal llamados matrimonios entre homosexuales, el expolio del Archivo de Salamanca –no exhiben el cuerpo incorrupto del Ministro Caldera porque no tienen ningún mérito hacerlo con un vivo-, la futura e intencional Alianza de Civilizaciones -mientras la civilización “opada” se dedica a escabechar apóstatas y mujeres-, la desmembración de España dirigida desde la reforma estatutaria de una Autonomía, el “brokerismo” del Gobierno en una OPA que concierne a empresas privadas con la prevaricación montillesca asomando entre la condonación crediticia de 6 millones de Euros y el ilegal “legalazo” ad hoc interviendo en el mercado, por la que ya le están dando el toque desde Europa, con falsificación de documento público incluida… Una joya Míster Montilla, de quien hoy hemos vuelto a tener malas nuevas esta vez por corrupción o tráfico de influencias o nepotismo o vayan ustedes a saber qué delito es.

Pero la propaganda progresista vas más allá de sus discutibles y, en ocasiones, delictivos logros, también se centra en la contraprogramación tragicómica que conlleva un acto político de cierta magnitud.
Está muy bien que Su Solemnidad no se quede por una vez en La Moncloa con Sonsoles y las niñas, y que salga a patear mundo, aunque sea para acercarse a la cercana Valladolid, allí donde lo alumbró su Progenitor B, o A, que no acertamos con la distinción, pero estaría mejor si no se dedicara, además de mentir y manipular, para no variar, a descargar la artillería contra la Convención que el PP está llevando a cabo y que es el motivo de la contraprogramación aludida. Y ya sería magnífico si no se llevaran a cabo las gestiones oportunas para que todo el universo mediático, por muchos favores que se deban, le conviertan en la prima donna del fin de semana, de manera que se pretenda para la opinión pública que la Convención del PP es como una quedada de foreros de El Pancartazo donde se hace una barbacoa y se sangra un barril de Cruzcampo.

Siendo lamentable el método, y es que en el maquiavelismo mefistofélico de Su Solemnidad -planeado y dirigido verdaderamente por el violador del la ley electoral, el televisivo delincuente del 13 de marzo, más que nada porque Su Solemnidad no da para tanto- no hay nada de talante; peor es escuchar sus vacuas solemnidades. Que en el Siglo XXI el Presidente de una Nación nos atice una definición de Patria que parecen tres minutos de conversación entre Espinete y don Pimpón con Chema y Ana en el Barrio Sésamo, clama al cielo. Se hace encima mintiendo con una desvergüenza nauseabunda, con un cinismo corrosivo.

Si nos quedamos con la esencia de lo que es la Patria para Su Solemnidad, la solidaridad y la igualdad, tenemos que incinerar súbitamente el Estatuto de Cataluña, ése que el Presidente tanto ha pujado por apadrinar, y aun casi por parir, es una contradicción en lugar donde los jueces van a depender de los gobernantes –repitiendo el guerrista asesinato de Montesquieu-, donde hay ciudadanos de primera y no ciudadanos -mas que para pagar impuestos- en virtud de sus uso lingüístico, donde se niega el agua, solidariamente a otras regiones.

Pero también ¿qué podríamos decir sobre el machismo paritario de Su Solemnidad? Desde aquí donde escribe una mujer, le decimos al Presidente, al cínicamente autoproclamado “feminista radical”, que igualdad es igualdad de oportunidades, esto es libre disposición de aquel a quien competa para elegir lo mejor a su juicio y necesidades. La obligación del reparto en partes iguales por sexos, ese proteccionismo propagandístico hacia la mujer- además de discriminar al hombre- discrimina a la propia mujer proclamando la idea de Su Solemnidad de que aquella -en su condición de inferior, a juzgar por los hechos, e incapaz, por tanto, de valerse por sí misma- necesita de sus cuidados, ¡Dios las guarde! Qué manera de insultar las capacidades femeninas… Se pensará el Presidente que todas son tan ineptas como sus ministras.

A ver cómo casan sus solemnidades con el trato que le dan a la mujer los presuntos civilizados de la “hipopatética” Alianza.

Ayer declamó: “Ni yo merezco tanto, ni los ciudadanos tan poco”. Compremos lotería. El Presidente ha dicho una verdad.