viernes, febrero 24, 2006

HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE

Pues ya ve usted, Majestad, como jefe máximo de las FAS hizo usted lo que tenía que hacer y estuvo como le correspondía, firme y sereno. Pero mire por donde que ayer firmaron y leyeron una declaración institucional en el Congreso de los Diputados condenando el intento de Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Fue una infamia, Majestad, porque hablando, hablando se entendieron y parieron una burda infamia, una mentira histórica que no alcanza la categoría de ucronía porque es demasiado literario el término y, Majestad, hablando, hablando lo liaron y lo convirtieron en repugnante.

Primero le colocaron el trabajo a Gabriel Cisneros, del PP, que como es un señor leído y que pertenece a un partido en el que no se suele mentir escribió lo que tenía que escribir, la verdad, ni más ni menos, pero hete aquí que los camisas negras de ERC, los chicos del PNV y los vendidos –ya traidores de la calaña de Bellido Dolfos- exigieron cambios porque eso de que se dijera que el Rey fue el principal artífice del inicio del principio del fin del Golpe no lo aceptaban. Queda mucho más bonito mentir descarada y vergonzosamente diciendo que gracias a la ciudadanía y a los partidos políticos y sindicatos. Todos recordamos las imágenes de TVE desde el Congreso, aún nos emocionamos cuando rememoramos cómo sus señorías se levantaron de sus escaños y se lanzaron contra los asaltantes.

Entre una de las grandes tonterías de ayer está la que hizo el PP, hay que ser tarugo para habiendo escrito primero la verdad, una vez trocada por los falsos de siempre en una mentira infumable, adherirse a ésta contradiciendo lo primeramente escrito. Luego, increíblemente, apareció Mariano Rajoy diciendo lo que todos pensamos. Ya vamos teniendo más datos y sabemos a cuento de qué la estupidez solemne de la adhesión.

Tras el apoyo de Tejero a la petición del PP de un referéndum contra el inconstitucional Estatuto de Cataluña, los populares se la han cogido con papel de fumar, que no está el horno para bollos, y han apoyado el texto que de haber sido rechazado les hubiera granjeado las deícticas acusaciones de pro-golpistas. Realmente es una memez propia de acomplejados el hacer las cosas por el “qué dirán” cuando millones de españoles ya hemos superado la presunta superioridad moral de la izquierda y estamos en la calle todos los días dando la cara. Es una idiotez soberana arriesgar el prestigio incluso entre los propios votantes. Más fácil y correcto, nos parece, que hubiera sido no adherirse a la declaración, manteniendo la original y presentarla en una rueda de prensa posterior y enviársela a los medios de comunicación, para a continuación descargar toda la artillería sobre el secuestro del Gobierno –cada vez tenemos menos claro que sea un secuestro y pensamos que están más bien de merendola- a manos de los nacionalistas radicales y los bellidos dolfos de turno.

Esta actuación del PP no tiene justificación ni aunque la adhesión se insita en adscribirla al fondo y no a la forma, para políticamente hacer luego comparaciones con otras condenas presentadas por ellos y rechazadas por el Gobierno y los demás “concelebrantes” del picnic.

Sin ir más lejos ayer el PP pidió que se condenaran los últimos atentados de ETA –sin muertos ¡qué gente tan estupenda!- y la petición fue rechazada por “oportunismo”. Más bien se trata de “inoportunismo”, para el PSOE, claro está, que anda implorando una tregua que le dé oxígeno electoral.
Condenar los atentados cuando se producen no es oportunismo, es oportuno por el propio significado de ambas palabras.

Oportunismo es hablar del Yak42 cuando se conocen las entrevistas que el ejército ha hecho a los tripulantes del segundo Cougar y que dejan por mentiroso a Su Excelencia omnicondecorada el Ministro de Defensa.

Oportunismo es hacerse la víctima, equiparándose uno, al mentar al abuelo fusilado en la Guerra Civil cuando se habla con las víctimas del terrorismo.

Oportunismo es darle la llave del cierre de la Comisión de Investigación sobre el 11M a una sindicalista radical que culpa al anterior Gobierno de los atentados.

Oportunismo es sacarse de la manga el cargo que detenta Peces Barba para “defender” a las víctimas.

Oportunismo es hablar de la guerra de Iraq todos los días, allá donde fuere menester, consistorio, parlamento autonómico, senado o Congreso; cada vez que uno se queda sin argumentos, es decir, todos los días.

Oportunismo es apagar los incendios de Guadalajara -tras rechazar la ayuda ofrecida por las CCAA vecinas por estar gobernadas por el PP- con el "chapapote" del Prestige.

Oportunismo es estar hablando de que no haya ni vencedores ni vencidos en la lucha contra el terrorismo –hoy claudicación- mientras el Fiscal General del Estado pide que se condensen las penas y depura al Fiscal Jefe de la Audiencia, el fiscal que más ha actuado contra el terrorismo.

Oportunismo todo, sobre todo lo último, porque sería inoportunísimo que los etarras dijeran qué saben sobre el 11M.