jueves, febrero 16, 2006

SALVAR AL SOLDADO ETARRA

Hoy se ve que tenemos el día. Lo manipuladores vividores proterroristas que campan por Cataluña lo denominarán como “catalanofobia”, pero como desde aquí no comulgamos con sinécdoques “de molino”, puesto que constituyen un abyecto modo de manipulación más y de demagogia, pero no para con el pueblo, sino para con el rebaño, que es cómo tratan estos prohombres de la libertad a sus pagadores, en definitiva, como se ve, son ellos los que insultan. A su pueblo por mentirle, esconderle la verdad y tomarlo por idiota –no todo el monte es orégano- y a los demás por adscribirnos una cualidad que no nos corresponde desde su pedestal de la identificación popular, esta reedición iletrada del Despotismo Ilustrado, en la que el propio administrador se considera pueblo en la primera proposición, pero no en la segunda.

Como los gobernantes de Cataluña no son Cataluña, por mucho que se empeñen –igual que un cáncer de páncreas no es el propio páncreas-, nuestra, a su manipulador prejuicio, “catalanofobia” no es tal, sino “cuatripartitofobia”. Si quieren “sinecdoquear” con nosotros van arreglados.

Estos gobernantes, y puesto que Cataluña es un dechado de libertades, no hay hundimientos de barrios, no hay corrupción, no tienen problemas de financiación de la sanidad porque no dilapidan el dinero en trapicherías; son los hermanos gemelos de los detentadores del Gobierno de España, basan su gobierno en la política propagandera y, desde la derogación del Trasvase del Ebro, hasta el expolio y mutilación del Archivo de Salamanca -hoy menos archivo merced a la violación ontológica-, pasando por los dientes de Ronaldinho y la panza pancartero-independentista de su precandidato Presidente, todo lo que hacen no es administrar con corrección, sino decirle a su pueblo lo malísimo que es “el enemigo” –que así llaman al resto de España- y atizar a sus huestes contra todo lo que no vaya en beneficio de su libertinaje, por ejemplo, marginando la lengua española o arrancando en actos de partido las páginas de nuestra dadaísta Constitución, la misma, precisamente, que les permite hacer esas cosas.

Desde decidir qué lenguas se deben estudiar en Ceuta y Melilla, las plazas africanas de “el enemigo”, que es la penúltima, hasta asaltar piscinas ajenas carné de diputado en ristre -legitimado allanamiento de morada por Su Solemnidad el Presidente de España en el Congreso, cámara que representa al pueblo, también al dueño de la propiedad allanada-; hemos venido a la última –de momento- una proposición de ley de Memoria Histórica y Antifascista en la que piden que se reconozca como víctimas y se indemnice a los miembros de bandas armadas que actuaron con anterioridad a la Ley de Amnistía de 1977. Veamos que no sólo se les quiere ascender a la categoría de héroes, sino que habría que pagarles una indemnización a los damnificados asesinos.

Veamos pues que una viuda de un Guardia Civil asesinado en 1972, por ejemplo, tiene que indemnizar, según estos justicieros, a quien la enviudó. Claro, lo normal en cualquier Democracia Avanzada, lo anormal es lo que pasa en las democracias retrógradas no progresistas.
Tampoco en una Democracia, sin más, de las chapadas a la antigua, podría irse un partido a pactar con los asesinos para que no maten en su región. Esto sólo pasa aquí, donde se alcanza la sublimación democrática.

La pregunta, por extensión e igualación de regímenes totalitaristas, sería si vamos también a tener que indemnizar a los soldados italianos y a los de la Legión Cóndor que lucharon contra el comunismo republicano. Aquellos extranjeros que combatieron a los irrespetuosos con una religión, hasta el punto de que exterminaban a sus fieles y se incautaban, de las propiedades, a los asesinos y ladrones que detentaban el poder durante la II República, a saber: Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero, Juan Negrín, éstos del PSOE; Luis Companys, cosas veredes, asesino, golpista y fundador de ERC; y el últimamente multihomenajeado Santiago Carrillo, criado a los pechos de las Juventudes Socialistas del PSOE luego emancipado y residente en el Partido Comunista, otro de los promotores de la proposición de ley, dicho sea de paso.

En un país serio esta segunda “propuesta” sobre los luchadores anticomunistas no tendría cabida, porque no habría una primera que, viniendo de partidos democráticos y que creen en la libertad de expresión y de pensamiento y en la igualdad, la legitimara.



Aquí, si hay que hablar de indemnizaciones, en lugar de ver la paja en el ojo ajeno se podría haber visto antes la viga de El Carmelo.