jueves, diciembre 14, 2006

HASTA SIEMPRE

“Pensé que habías muerto, tan bien he oído hablar de ti”.
Los humanos somos así, además de cínicos y taimados, sólo hablamos bien de la gente cuando está presente o ya no estará nunca más, encima no solemos decir las cosas a tiempo. Como el tren que parte de la estación siempre esperamos que esté a punto de abandonar el andén para subirnos, una última la calada al cigarrillo antes de montar. Siempre a escondidas, siempre con prisas, siempre tarde.

En el caso de Loyola de Palacio, rara avis de la política, no ya española sino europea, no ha sido así. Todo son elogios, pero ya los había antes. Los hubo siempre porque nuestra “Dama de hierro” siempre tuvo el respeto de los adversarios políticos. Sólo queda avisar de que la palabra “políticos” incluye sólo a las personas, no a las ratas de alcantarilla que a buen seguro a estas horas se congratulan por la pérdida de tan gran mujer que tantos dolores de cabeza les ha causado. Era de una familia oriunda de la misma patria chica que las ratas, las Vascongadas, donde vivir es una cosa, y vivir con valentía es vivir dos veces. Echarle reaños a la vida en ciertos sitios es tan duro como trabajar en una mina, sólo que a los mineros los quiere todo el mundo. A Loyola no la querían las ratas. Otra muesca más en su revólver de la política y de la vida, feroz dicotomía en ciertas tierras de España donde estar en el bando “equivocado” es igual que descender al infierno dantesco.

Firme en sus convicciones, potente en sus argumentos, indestructible políticamente, inasequible al desaliento. Grande como pocas. Ahora que el PP a veces parece la casa de Tócame Roque, Loyola, una de las voces más autorizadas, claras e inteligentes del partido, desgraciadamente ha muerto. Diputada y luego Ministra, todoterreno de la política española y europea, Loyola se ha ido porque un cáncer nos la ha quitado con sólo 56 años.

A buen seguro que ahora el austriaco Fischler lo podrá hacer. Loyola descansa tú también en paz.