domingo, enero 07, 2007

CUÁL ES EL FIN

Hemos oído tantas veces a los políticos hablar de fines y finalidades sobre lo que los repugnantes y los paletos llaman "el conflicto" y las personas decentes y no apesebradas llamamos terrorismo que a veces parece que tenemos que justificar porqué se lucha contra éste.

No me vale escuchar cosas como "acabar con la violencia", "alcanzar la paz" y otros cuentecitos para infantes, y, poniéndome farruco, tampoco me vale eso de "que ETA entregue las armas". Quiero Justicia y quiero que se cumpla la ley. Quiero que los perigan, quiero que vayan a por ellos, quiero que los asfixien económicamente, quiero que no tengan representación parlamentaria, quiero que estén en la cárcel todo el tiempo que diga la ley, no quiero beneficios penitenciarios, quiero, aunque sólo sea por el asco que dan y porque son unos delincuentes que no puedan vivir tranquilos igual que ellos no nos dejan vivir tranquilos a nosotros o simplemente no nos dejan vivir.

Cuándo alguien pregunte que cuál es la solución, que cómo se puede llegar al final debemos reconvenirle amablemente que no hay que ponerse filosófico, ni metafísico, ni poético, ni "zapapatético". Ojalá hubiera un final, ojalá la solución evitara los asesinatos, los secuestros, los chantajes, las caravanas de la muerte, la guerrilla callejera, el miedo que pasan en las vascongadas los que piensan, etc., pero por supuesto que los terroristas no se salieran con la suya. Porque el famoso fin no debe ser SU fin, sino NUESTRO fin.

Hay que explicarle a la gente que hay que ir, no a muerte como con los GAL, contra los terroristas, sino con la ley porque es la ley, porque es nuestro derecho y la obligación del Estado protegernos y que nadie se confunda, Estado no es sólo el Gobierno, son los Tres Poderes -por mucho que Alfonso Guerra asesinara a Montesquieu-: la Ley, el Gobierno y la Justicia. Porque el Estado tiene que cumplir la propia ley, simple y llanamente porque nosotros somos las personas decentes y ellos los delincuentes.

Hay que argumentar sencillamente con un razonamiento no metafórico sino comparativo, recordar que hay más atracos al día, más asesinatos con otros móviles, más violaciones, más tráfico de armas y de drogas y toda clase de espeluznantes delitos que aquellos que cometen las bestias etarras con su terrorismo y que a nadie con dos dedos de frente se le ocurre proponer pactos con los delincuentes, ni dejar de perseguirles, ni aflojar la presión policial sólo porque hay que buscar una puñetera solución.

No sé cuál es el fin, no sé cuál será el final, pero sí que la obligación de todos es no dejarles vivir si ellos no nos dejan vivir a nosotros.