miércoles, junio 21, 2006

SI TÚ ME DICES VEN… LO DEJO TODOOOOO

¡Ah!, el amor… ese tierno sentimiento entre dos seres –a veces no necesariamente humanos según comprobamos todos los días- que impone una mutua necesidad cariñosa. Esa necesidad de tener a alguien, de compartir con alguien de taparse también las cosillas, como un 11M, una negociación que viene de lejos, unos favores que me debes... Qué bonito es el amor, sobre todo en primavera -puñetas de rigor astronómico que nos acaba hoy mismo de sacar de la amorosa estación florida para meternos en la carnal de los biquinis- pero ¡quia!, para los enamorados todo el año es primavera, aunque caigan chuzos de punta, aunque se atasque el coche en la carretera de Burgos con 57 centímetros de nieve –pese a que el Ministro Alonso afirme que estamos mejor preparados que los yanquis para estos meteorológicos contratiempillos-, aunque las hojas de los árboles no nos dejen ver los charcos en los que nos metemos.

El amor… ¡Ah!, el amor, como decían los Beatles, all you need is love, qué hermoso, no hay nada como el amor. Ese momento que nos lleva a esa especie de circunstancia orteguiana –yo soy yo y mi circunstancia; veamos que en el caso del amor se multiplica por dos, de modo que tenemos dos “yos” y dos circunstancias- en la que la maravillosa pareja hace todas las tonterías del mundo; ellos creen que nadie los ve, creen que pasan desapercibidos, que no hacen el ridículo, mas no, aunque intenten ocultarlo se les nota, cuando están juntos y cuando están separados, es hermoso porque se lanzan alabanzas y piropos, perdones y confesiones; que sí tienes derecho a equivocarte, que si mírame a los ojos, que si estamos en pleno “proceso de paz”, que si este es el camino, que si charlamos un rato…

Se les nota también a los enamorados el sentimiento en los contratiempos, se ve la unión incluso en las desavenencias, ya lo dicen los niños tocapelotas en el cole: “los que se pelean se desean”. El amor perdura, es irrompible, aunque uno le reproche al otro que no cumple los pactos, que no puede tomar medidas represivas, le amenace con que no va a cumplir la ley como si fuera una persona normal y el otro se haga el duro: que tienes que cumplir, que estas son las reglas, que qué te has creído… Peleíllas sin importancia, milongas cara a la galería, nada que no se arregle con un encuentro amoroso, una cesión por aquí, un favorcito por allá, unos besos y unas caricias y un insultar a las víctimas despechadas no merecedoras del amor de los ambos, no hay nada que más una que el odio al enemigo común. Sólo tienen ojos para ellos los enamorados. Criaturitas…

Entre los misterios del amor está esa cualidad extraña, esa capacidad asombrosa de extraer de cada uno lo que es, resulta como el alcohol, no sólo porque emborracha, sino porque nos descubre, nos deja en evidencia, nos desenmascara. Lo cantaba Joe Cocker, love lift us up where we belong, a los enamorados se les ve, se les nota, les afloran los instintos, se percibe que son de la misma pasta, que se parecen, que están hechos el uno para el otro, que coinciden, que tienen los mismos objetivos, que están dispuestos a pasar por encima de los demás, ellos negociarán obviando a los que están a su alrededor, se aman, son iguales, uno regala un trozo de tierra y a cambio el otro deja de destrozar cosas, tú me mandas a los niños a casa y yo no te vuelo ningún coche con quien pudiera haber dentro... Es que el amor es un contrato silencioso…

Pero también hay dificultades en el amor, por ejemplo que uno de los dos abuse; que uno de los dos ya tuviera pareja, y que la engañe, y la traicione, y la abandone, y se dé a la nueva, y se quiera librar de la vieja, y la apuñale, la mate, la extermine, la asesine...

Así, cuando el amante es un ser repugnante, puede terminar una historia de amor, esa “hoja de ruta” maravillosa que empieza repleta de promesas y compromisos, buenos deseos e ilusión, en la que pasamos de “merecemos una España mejor” a la puñalada trapera.

Al amante que hace eso se llama TRAIDOR.