jueves, diciembre 01, 2005

"ESO LES PASA POR IR A LOS TOROS EN HELICÓPTERO"

Piensa el ladrón que todos son de su condición, o de la condición de otro ladrón, colega, Alfonso Guerra, famoso, además de por dejar a España que no la iba a conocer ni la madre que la parió, por su viaje en Mystere desde Lisboa a Sevilla un Domingo de Resurrección saltándose el atasco de la Carretera de Extremadura, que los demás, ricos y pobres, sí tuvimos que padecer, para ver torear a Curro Romero en la primera de la Feria de Abril.

Pero, miren por donde, don Mariano Rajoy y doña Esperanza Aguirre no iban a los toros, salían en helicóptero de la Plaza de Toros de Móstoles para dar un paseo aéreo y ver como funcionan las Brigadas Especiales de Seguridad Ciudadana de la Comunidad de Madrid (BESCAM).

Desgraciadamente el helicóptero se precipitó, afortunadamente fue a los pocos segundos del despegue, recién rebasado el muro que delimita la plaza, y afortunadamente todos los ocupantes están sanos y salvos, aunque Rajoy ha sufrido una fractura de un dedo de una mano. Permítame don Mariano decir que una insignificancia para lo que podría haber pasado y no me diga “¡claro, cómo a ti no te ha pasado!”, que uno es ingeniero en fracturas propias. Aún así, aunque no nos lea, le mandadmos nuestro ánimo.

Sabido esto, recapitulemos: los antecedentes aéreo-taurinos de los compañeros de Borrel –quien hace el comentario que da título a esta columnita- y el accidente que podía haberle costado la vida a alguno de los ocupantes del helicóptero; coincidiremos todos en que las palabras son cuando menos desafortunadas.

Pero la broma, como se precipitarán nuestros progresistas en aclarar, ha sido hecha a micrófono abierto y sin conocimiento de esta circunstancia por parte del “solidario” político, lo cual denota una extrema gravedad. Ya no son "palabras cuando menos desafortunadas", no es una metedura de pata, una bromita inoportuna, un comentario con intención de desdramatizar, no, es producto de un pensamiento hondo, irreflexivo, algo que sale del subconsciente, una reacción, ésta sí, espontánea. O sea, una verdad como un templo, lo que piensa Borrel: al Presidente del Parlamento Europeo, ¡ojo!, le importa un pito que, en su país, un helicóptero en el que viajan varias personas, entre ellas el líder de la oposición, caiga al suelo, con todo lo que esto puede conllevar, no sólo para la integridad física de los viajeros, sino para quienes estuvieran cerca del lugar del siniestro.

Hemos de suponer que el PP Europeo, quien cometió la barbaridad de votar para que este sujeto -del partido rival, el Partido Socialista Europeo- ostentara el cargo que actualmente detenta, pedirá, no la reprobación, sino la dimisión inmediata de Borrel, o su destitución por tan abyectas e ignominiosas palabras.

No habría que suponer estas cosas, debería ir de oficio, si hubiera decencia, habría que esperar lo único esperable, que el señor Borrel dimitiera hoy mismo y pidiera perdón diciendo que es indigno de ostentar, desde hoy detentar, tan insigne cargo, y de representar a unos ciudadanos por haber tenido tan malos pensamientos y palabras ante un accidente que podría haber significado una catástrofe, de dimensiones mayores que el hecho de perder dos rivales políticos, si hubiera sucedido sobre una zona poblada.

Señor Borrel, es usted todas y cada una de las cuatro acepciones con que el DRAE define a la palabra MISERABLE.