lunes, marzo 27, 2006

PRESIDENTE POR ACCIDENTE

Rezaba así un editorial de The Wall Street Journal para definir las circunstancias del advenimiento al poder de Su Solemnidad, José Luis Rodríguez Zapatero.

Pues parece que nuestro Presidente se muestra de acuerdo con esta definición, a juzgar por su manera de entender qué es un accidente, y es que ayer mismo en una entrevista a su diario oficial denominaba a los posibles atentados etarras durante “el proceso” como accidentes.
Veamos que la cosa no se queda sólo en la terminología, no sólo. Bueno, comparar un accidente con un atentado terrorista se puede hacer si nos ceñimos al resultados finales como el óbito o el daño físico, bien sea leve o grave, incluso en los accidentes de ETA suele darse algún que otro elemento vinculante con los accidentes de tráfico, un coche reventado y mucha sangre por la calzada –es algo abyecto incluso para ser metáfora en la mente de nuestro inteligentísimo Presidente- pero que alguien nos explique el hecho de que de un accidente salga un secuestrado, un empresario o un tenedero vizcaíno extorsionado, el robo de explosivos, la comprar de armas en el mercado negro, el robo de vehículos para cometer más “accidentes”, el robo de placas limpias y troqueladoras para camuflar futuros vehículos accidentados, etc.

Nos preguntamos si Ortega Lara aquel fatídico día se tropezó y dándose un golpecillo en la cabeza, a causa del cual, y por perder la conciencia, no pudo dar aviso, se cayó dentro del maletero de un coche que ¡oh, casualidad!, lo llevó a las Vascongadas para una vez allí caer en un nuevo accidente en un agujero en el que pasó accidentalmente 532 días. No olvidemos que cuando la Guardia Civil fue a socorrerlo los dueños del agujero, sin ninguna duda presas de un accidente, sufrían amnesia y no acertaban a indicar donde se encontraba el accidentado José Antonio, quien si no es por la perseverancia de la Benemérita hubiera muerto accidentalmente de inanición.

Toda esta terminología basura, pretendidos eufemismos nauseabundos, que nos meten por los ojos y los oídos todos los días los medios de comunicación porque los politicastros interesados y traidores la utilizan de una manera repugnantemente demagógica, no dejaría de ser algo simplemente lamentable y rastrero si el pueblo, fagocitado por la estulticia, no se la creyera, y peor aún, la empleara.

Pero es quizá más grave –más grave que el desprecio y el insulto a las víctimas- que el propio Presidente dé por hecho, estando como estamos en el “inicio del principio del fin”, en pleno “alto el fuego permanente”, que pueda haber atentados de ETA durante éste, y es grave no porque lo piense el Presidente, que alguna vez tiene que pensar algo coherente, puesto que somos millones de españoles los que lo pensamos, sino que dispuesto a negociar –más- o a hacer como que negocia lo que ya ha negociado, lo piense, y es grave que pensándolo ya esté hablando de beneficios penitenciarios para los asesinos, es grave que pensándolo mantenga en su puesto de Fiscal General del Estado a un señor que pide freno a los jueces, es grave que pensándolo tenga la poca vergüenza de llamarlos accidentes.

Los llama así Su Solemnidad porque sabe cómo llegó él a La Moncloa, sabe que llegó por uno de sus “accidentes” y sabe quiénes están detrás de ese “accidente” porque son los mismos que le mantienen en la Presidencia: ETA, ERC y su propio partido, nido de serpientes.

Señor Presidente, un accidente es, por ejemplo, un escape, una fuga. A La Moncloa no, pero a otro sitio sí que llegó usted por un desgraciado accidente.