miércoles, mayo 24, 2006

LA CINTURA

Han tenido que pasar 2400 años para que un iluminado abra los ojos a la humanidad y la ilustre sobre el término que inventaron entonces aquellos inconformistas griegos. Veinticuatro siglos en los que todo el mundo ha permanecido en la ignorancia más supina, todos los que han buscado la esencia del, hasta ahora, mejor sistema de convivencia política que hemos tenido los humanos han errado en su camino, la misma no está, como se pensaba hasta la fecha, en aptitudes, sentimientos, acciones ni nada parecido, no, no, está en algo más físico, se encuentra en nuestra cintura.

Hasta ahora no lo sabíamos pero cuando alguien nos proporciona esas típicas medidas de 90-60-90 en realidad nos está expresando con la segunda cifra su índice democrático. Normalmente la esencia democrática va creciendo con los años, es en aquellos adictos a la cerveza donde alcanza con el paso del tiempo mayores proporciones, sin duda es ese líquido elemento el que más acrecienta nuestra esencia democrática. Incluso ahora conocemos el para qué de ese invento llamado cinturón, no es ni más ni menos que para afianzar nuestra esencia democrática, para mantenerla bien sujeta.

Expresiones tales como “meter en cintura” cobran, asimismo, una gran importancia tras el magno descubrimiento de Su Solemnidad. No es equivocado pensar que parte de los grandes logros zapateriles como son, meter en cintura a Jueces, Fiscales, Militares, Policías, Sindicalistas, Medios de Comunicación, Asociaciones, etc., no han sido más que un profundo ejercicio de “meter” a todos ellos dentro de la esencia democrática.

Sólo se le pueden encontrar dos pequeñas contradicciones a la noble teoría de Su Solemnidad: una, que la cintura de los dirigentes socialistas hispanos, esto es, su esencia democrática, siempre ha estado ligeramente castigada de una cierta hemiplejia y que con Su Solemnidad alcanza cotas muy acusadas, por lo que sería muy bueno para alcanzar un cierto nivel de salud, hablando en estrictos términos de esencia democrática, que se lo hiciera mirar a fin de corregir tal disfunción, y dos, que hasta el momento Su Solemnidad no ha gobernado durante estos desastrosos últimos 26 meses basándose precisamente en la cintura, sino más bien desde la base de unos atributos que se encuentran un poquito más abajo. Después de todo lo mejor sería predicar con el ejemplo, sin duda el sublime hallazgo saldría muy reforzado.

A este paso no es descartable que Su Solemnidad nos haga una demostración práctica de la esencia democrática que atesora. Pero puestos a elegir esperemos que emule a esos portentos del dominio de la cintura que son esas bellas damas que nos deleitan con sus danzas del vientre o con sus contorsionistas movimientos durante las sambas que podemos ver por las calles brasileñas durante los Carnavales; sin duda es preferible ésta manifestación de la esencia democrática que aquella que practicaba Ovejero, que al no poseser ninguna terminaba en un memorable encontronazo con el que osaba poner en duda dicha carencia. Aunque nos tememos que la de Su Solemnidad es como esta última.