martes, noviembre 13, 2007

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Repito, y no me cansaré de hacerlo, que el hoy heroico Presidente del Gobierno español estuvo 24 sin decir ni Pamplona después de que Hugo Chávez en la última Cumbre del "no se sabe qué" llamara fascista "a toda carta" a Aznar. Al día siguiente, y durante un ataque de decencia, exigió, a la zapateril manera, blando con los amiguetes -que Santa María nos cuide de nuestros amigos, que de nuestros enemigos tendremos que cuidarnos nosotros, si el PSOE nos lo permite- respeto para alguien elegido democráticamente por el pueblo español. La intervención estelar de Su Majestad ha colapsado los sistemas informativos de medio mundo y también el ya obtuso cerebrito de Chávez, que se ha vuelto loco como las hormigas cuando les tapan la puerta de su casa, y se está pegando una turné radiotelevisiva justo antes de que se lleve a cabo el referéndum que refrendaría su tiranía, de padre y muy señor mío.

La gira propagandística que está haciendo el gachó no hay quien la pague, y si los yanquis fueran la mitad de listos que el tirano venezolano se ahorrarían un dineral en campañas electorales montando una zapatiesta "al modo chávez". Sólo tendrían que provocar un incidente diplomático con España -lo siento por los pretendidos sucesores de Bush que tendrían finalmente que claudicar y reunirse con Rodríguez Zapatero- y serían agraciados con cientos de horas gratis en televisión. El problema es que los socialistas no serían tan blanditos con ellos como están siendo con Hugo Chávez, no creo que eso a los norteamericanos les asuste mucho, y a lo mejor el embajador español en EEUU sí sería "llamado a consultas".

Lo más preocupante del incidente es que la "firmeza", presidencial y monárquica, se está diluyendo con tanta elasticidad delicada con la que se están comportando los miembros del Gobierno español, no sólo porque no hagan venir a España a nuestro embajador en Venezuela, sino porque piden sosegar el asunto, rebajar tensiones, dicen los tíos... El señor Chávez ha llamado golpista al Rey, o al menos conocedor del asunto, y no seré yo quien defienda a un Borbón, pero sí a un representante máximo español -o sea, a España- cuando desde fuera, y por un lacayuelo de dictadura, se le injuria de esta manera. Más tarde ha recordado Chávez, "sin querer hablar de ello", el accidente en el que murió el hermano del rey, Alfonso, con una clara intención oscura. También ha comparado al Rey con un toro y a sí mismo poco menos que con Manolete y ahora se hace el "machomán" diciendo que menos mal que no oyó el famoso "¡por qué no te callas!", y que en esto tuvo suerte el Rey. Debe de ser, además de imbécil, sordo, porque en la platea restalló claramente la frasecita de marras. Mientras tanto, Trinidad Jiménez poco menos que culpa al Rey de haber montado el pitote con su intervención.

Pues para el Gobierno español este torrente de descalificaciones e insultos deben ser pasados por alto y piden tranquilidad y sosiego. Las mismas que cuando se quemaban fotos del Rey en Cataluña, las mismas que piden sobre el cumplimiento de la Ley de Banderas -y artículo 4.2 de la Constitución Española-, ya que la enseña española no está presente en innumerables ayuntamientos dirigidos por alcaldes socialistas.

Eso sí, en la campaña de tráfico "no podemos conducir por ti" se proclaman, por "obviedad tautológica", "Gobierno de España". Pues si nos van a conducir tan bien como las relaciones internacionales... menos mal.

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