martes, noviembre 01, 2005

ÉRAMOS POCOS Y PARIÓ LETIZIA

Primeramente queremos felicitar a los padres (yo especialmente a Letizia, no a todos nos cae mal) y abuelos y darle la bienvenida a Leonor. Ella es una criatura inocente y, no dudamos, adorable, que haría que a todos se nos cayera la baba si fuera nuestra sobrina, hija o nieta. Y yo, qué quieren que les diga, hasta estoy contento.
Pero no sabe la criatura la que se va a liar a su costa.

Ya la están utilizando, a la pobrecita, los medios independentistas; muy nacionalistas e independientes para lo suyo, pero muy “metetes” para lo de los demás.

Éstos son como el hijo que se emancipa pero nunca termina de irse de casa.

El niño decide "irse de casa" y se alquila un piso con el dinerito de papá, un lugar para pasarlo bien y vivir sin aguantar a los viejos, ahora bien, la bolsita de la ropa sucia todas las semanas a casa para que la lave mamá, el coche se lo pide a papá todos los fines de semana, los domingos antes de volver a “casa” arrampla con todas las tarteras que mami le ha estado haciendo durante todo el fin de semana metida en la cocina, para que se alimente bien la semanita siguiente. Si hay suerte puede que hasta caiga la paga, o que mamá, tan compasiva siempre, le dé unos euritos para que se los gaste por ahí. Mientras, sigue usando la casa paterna como la propia, va a comer cuando le apetece y deja la nevera como los socialistas la caja de los fondos reservados.

El problema es que los papás de los independentistas, cuyos métodos son de lo más bolchevique y nacionalsocialista que cualquiera pueda imaginar para un país que vive en democracia, somos todos los españoles.

Ya están todos como las gallinas cuando llega un gallo nuevo, cacareando y perdiendo las plumas porque ven en el nacimiento de una hembra (del latín femina, feminae, nos precipitamos a explicar antes de que nos salten las machorrucios feministas), un acontecimiento revolucionario. Para ser republicanos e independentistas están muy preocupados por el futuro de Leonor, quien parece que ha venido al mundo sin padre, a juzgar por el salto que le están pegando al Príncipe Felipe. Esta desconocida emoción monárquica republicana viene a cuento de la reforma de la Constitución sobre este particular. Es la excusa para meterle mano a la Constitución de 1978, pero en realidad, a nadie se le escapa, lo hacen para a continuación pedir una reforma en profundidad, desde los cimientos.

Ha sido el propio Príncipe quien a pedido que se reforme la Carta Magna para asegurarle la corona a Leonor. No está mal el gesto de don Felipe, mas viendo por donde van los tiros, a lo mejor la reforma le deja a él también sin la corona, el trono y el chalé residencial en La Zarzuela.

Pero veamos que para reformar la Constitución hay que disolver las Cortes y ¡quia!, aquí es donde ya empezamos a echarnos para atrás. No los independentistas, que están locos por la música, sino el Gobierno de Zapatero, que sólo lleva año y medio de legislatura y tienen las mismas ganas de rifar la poltrona que el que les escribe de ir a la barbería y encontrarse con que el barbero que le está afeitando tiene hipo. Así que la propuesta del Gobierno es hacerlo al final de la legislatura, que no sabemos cuando será, pero que, sincera y patrióticamente, cuanto antes llegue, mejor.

Lo “más peor”, que diría aquél, es que el ministro de Justicia quiere que los españoles votemos en referéndum algo para lo que todos los partidos están de acuerdo, la igualdad en los derechos de la sucesión independientemente del sexo del primogénito, pero no aquello en lo que los partidos no coinciden, las reformas de la Constitución que afectan a la estructura de España.

Con este plan no dudamos que la legislatura durará los cuatro años, merced al apoyo de los independentistas, quienes, mientras, seguirán mandando a Zapatero, y pidiendo todo lo que se les ocurra. El tiempo transcurrirá bajo sus felices auspicios de conseguir la anhelada autodeterminación, que es lo mismo que la emancipación del niñato “modelo bacteria saprofita” que contábamos arriba.

Como cantaba La Trinca, canción que le he oído muchas veces a mi padre: “Ay Leonor, Leonor, que tragedia, que tragedia, ay Leonor, Leonor, que esto es de la Edad Media”.*

*Fe de erratas: Preguntándole a mi padre para confirmar, me dijo que no era de La Trinca, sino de las revistas teatrales de los años 50 o así, y decía más bien "Ay Leonor, ay Leonor, qué "trigedia", qué "trigedia", ay Leonor, que esto es de la Edad Media".