miércoles, noviembre 09, 2005

AUTOVÍA HACIA EL CIELO

No sabemos cómo empezar, hay seis muertos, trabajadores, obreros, o sea, lo que la mayoría de los españoles, también los españoles que votamos al PP, que no todos somos millonarios y vamos en AUDI, más que le pese a la progresía. Algunos con complejo de inferioridad, justificado, vuelcan así sus frustraciones sobre los demás. Pues no, somos tan pobres como ellos y con este Gobierno, salvo Polanco y cuatro colegas más, cada vez seremos más, y más pobres.

Recordamos las palabras de Rubalcaba aquel día de marzo, el 13, el día de la "Espontaneidad", España se había convertido en un inmenso coso, y los demócratas saltaron a la arena para poner a los fascistas en su sitio, querían la verdad, decían, querían, digo. Recordamos que don Alfredo, el portavoz del Gobierno de los GAL y la corrupción, salió en rueda de prensa para decirnos a todos que “los españoles se merecen un Gobierno que no mienta”, llevaba razón, don Alfredo, por una vez, pero debería haber rematado, “ por eso no nos voten a nosotros”.

Acaban de morir seis personas, descansen en paz, y aquí hay responsabilidades políticas directas, no es como el “accidente” del Cougar en Afganistán, del que por cierto, como es normal ante un accidente, ni se investiga, ni se permite hablar a los que pueden esclarecerlo. Es de cajón.

Esas seis personas eran obreros, se supone que esa clase social por la que el partido de nuestro Gobierno se desvive. Su muerte era evitable porque había informes y denuncias, veamos si había denuncias que un trabajador denunció cosas tales como “Encofrados en los que se podía ver incluso la puerta de un frigorífico, puntales donde se utilizaban palos de invernaderos”. Este señor era pescadero, profesión honrosísima, como la de albañil, o la de camarero, o ingeniero, pero, sirve de baremo este hecho para calcular la magnitud de la chapuza si a continuación decimos que era el encargado de supervisar la obra.
Diríamos que es increíble, lo diríamos si se llamara John y esto fuera Coventry, pero no, se llama, si nadie nos corrige, Antonio y esto es España, si no nos corrigen el Presidente Rodríguez y Rovira y Maragall, y peor… Gobiernan los mayores ineptos de la historia de España, ni las derrotas de la Invencible y de Trafalgar, juntas, juntaron a tanto torpe, inútil, ineficaz, nulo, incompetente, negado y patán junto.

Lo malo de esto, además de los seis muertos, son las mentiras y los sectarismos.
A Antonio lo despidieron por “chivato”, informó él directamente a la Ministra responsable, la de Fomento, Magdalena Álvarez, que debió pensar que como Antonio no le hacía las preguntas que ella le había dado apuntadas, como le gusta a doña “Mandatela” -“mi Maleny para Chaves-, debía ir a la puñetera calle, “no me estropee usted el café, don Antonio y no me diga esas cosas que no le he dado permiso”.

Esto es grave, grave, grave porque es el germen del siniestro. Hay denuncias, no sólo la de Antonio, sino que las había del PP de la zona y El Mundo.

Nos escandaliza que aquí nadie de este Gobierno tiene nunca la culpa de nada. Si "se muere" España es culpa de Aznar, que se dedicó a jorobar a las Comunidades Autónomas, si se hunde un barco es culpa de Aznar, no de Arquímedes, si se cae un avión es culpa de Aznar y no de Newton, ahora bien, si se cae un puente es culpa hasta del ornitorrinco, pero jamás del Presidente Rodríguez.

Es, según el Ministro de Trabajo, Jesús Caldera, el que falseó unos informes sobre el Prestige untándolos con Tipp-Ex, por “la fatiga de los materiales”. No sabemos de donde venían los materiales, apuntan a que era acero turco de mala calidad, y si los materiales estaban "fatigados", o sea, fabricados con defectos o corroídos, la responsabilidad será de alguien. De alguien competente, entiéndase bien, con competencias.

No acaba el esperpento aquí, pues la Guardia Civil está estudiando unos informes que se han encontrado en un contenedor relativos a la Autovía A-7, la siniestrada. No se sabe, de momento, si tratan sobre la fatalidad, pero no nos negarán que, si no hubiera seis muertos, esto sería como Martes de Carnaval de Valle-Inclán.

Nos da que aquí, entre el acero, las fatigas, los frigoríficos, las irregularidades, el uso de materiales no homologados y los accidentes precedentes, la culpa la tienen, sin ninguna duda, el Ministerio de Trabajo, o sea Jesús Caldera y el Ministerio de Fomento, sobre todo, o sea, Magdalena Álvarez.

No vamos a decir las tonterías de la progresía, somos más serios, no vamos a decir que son unos asesinos, pero sí son los máximos responsables de los organismos responsables, con el agravante, en el caso de la Ministra de Fomento, de conocer las chapuzas de primera mano y no haber actuado hasta las últimas consecuencias.
Si tuvieran vergüenza, cosa que nuestros socialistas ni conocen, dimitirían los dos juntos, de la manita, en amor y compañía.

Señora Álvarez, llame a Iñaki, pídale un micrófono de la Cuatro y dimita en directo en su informativo. Hágalo “autoentrevistándose”, como le gusta a usted para que las preguntas no le pillen por sorpresa.

Y los pobres obreros, que descansen en paz.